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Era el momento de la gran apertura de la Copa Mundial FIFA 2014. El evento  se emitió en todo alrededor del mundo, sin embargo fue visto de una manera diferente en la ciudad de Porto Alegre.

 

El canto estatal “gaúcho”  y el baile  en vivo muestran  la riqueza de las personas en su debido a su historia y diversidad cultural. El orgullo regional que no se disipa, aún cuando es posiblemente el evento más importante de todos los tiempos. El ejemplo perfecto de esto fue el contraste la sinceridad y las lágrimas que se mostraron durante el himno estatal de Río Grande de Sul ante la indiferencia que hubo al cantar el himno nacional de Brasil.

 

Este gran sentido de  orgullo tiene sus raíces en la relación historia  y culturalmente dividida que la región tiene con Brasil.  Esta tuvo su apogeo cuando los gaúchos exitosamente se rebelaron  en búsqueda de su soberanía durante la  guerra  llamada ‘Guerra dos Farrapos’ (1835-1845) y disfrutaron de nueve años de independencia de Brasil.

 

 

 

 

 

 

 

 

“Somos más gaúchos que brasileños”, dijo un espectador sonriendo con orgullo al sonido del himno regional.

 

Una vez que el himno finalizó, el encuentro dio lugar a un gran aplauso de la multidud exuberante. Sin embargo, el desconcierto  empezó a subir lentamente  cuando el equipo local cedió su control fácilmente, y Croacia presionó rompiendo peligrosamente. La multitud estaba sorprendida cuando Croacia hizo 1-0 después de solo 11 minutos, un desafortunado auto gol de Marcelo  dándole la oportunidad de estar en frente a los visitantes. 

 

El silencio en ese momento fue ensordecedor, todo el país confundido. Aunque la repetición mostraba que él no era el culpable del gol, la reacción de la multitud se mostró imperdonable.

 

Sin embargo, sus temores fueron menos intensos en el momento en el que Neymar recibió la pelota de Oscar antes de correr hacia el área de penales  y soltando un tiro a través  de 25 metros, pegándole al poste antes de entrar. La cámara siguió a Neymar al momento en que él violentamente ventilaba su enojo. La multitud aliviada gritó de felicidad.

 

 

 

 

No fue mucho tiempo antes de que ellos estuvieran celebrando otra vez, ésta vez el gol inevitable con el que ganarían el juego,  cuando Neymar encontró la parte trasera de la red.  Sin embargo, en ésta ocasión sucedió con un penal controversial en que todos excepto Scolari, el técnico del equipo de Brasil,  estaban de acuerdo. A la multitud no le importó comportarse incivilizadamente al ponerse en primer lugar por primera vez.  Más tarde, en el minuto 89, Oscar selló la victoria con otro fino gol, dedicándolo a su novia, que justamente calzaba en el día de San Valentín de Brasil. Los  cinco minutos del tiempo adicional no fueron más que una formalidad en tanto que el resultado final fue un gane de Brasil 3-1 al finalizar el juego.

 

 

 

Los sentimientos después del juego fueron más de alivio que de felicidad y de descontento del desempeño  general del equipo, pero de felicidad por el resultado.

 

No exactamente samba, pero suficiente por ahora.  ¿Cómo reaccionaría Brasil si su equipo nacional continúa sin impresionar? Esperarémos y verémos.

 

 

 

 

 

Inauguración de la Copa Mundial FIFA atrajo culturas, más protestas y le dio un zumbido a la ciudad de Porto Alegre. 

 

Los fanáticos brasileños caminaban lado a lado con personas de decenas de diferentes nacionalidades; sus banderas volaban alto en el cielo. Todo formaba una imágen multicultural, multicolor y multilingüe.  Cada uno de ellos estaba ahí para ver a su equipo de fútbol  enfrentarse unos con otros en el evento futbolístico más grande del mundo, todo esto en la casa de la cultura futbolista de mayor importancia.

 

La presencia de la policía contaba una historia diferente.  Helicópteros cubrían los cielos y la policía amontonada monitoreaba las avenidas llenas de tránsito mientras los carros sonaban la bocina descargando la frustración por la falta de progreso antes de ver el anticipado partido.

 

La falsa ilusión de seguridad se quebrantó , mientras  un grupo de más de 100 manifestantes enojados atravesaron la ciudad rompiendo ventanas de bancos y causando disturbios. Un grupo de soldados militares arribó momentos después  para enviar a los  reclamantes  por otro camino  y así evitar mayores molestias, o por lo menos temporalmente. 

 

 

 

 

Alex Somervell

Traducción: Michelle Rojas

Porto Alegre, 12 de Junio, 2014. El fin de la espera de cuatro años había llegado.  Era el 12 de junio, 2:30 p.m., exactamente una hora y media antes de la gran apertura de la Copa Mundial, Brasil 2014. Un día extraordinario para Brasil  y su pueblo en todos los sentidos. En la ciudad de Porto Alegre del estado Rio Grande do Sol, los gaúchos, como llaman a los  nativos de esta zona, estaban viviendo un momento histórico en sus calles.  El fanatismo pintaba vívidamente los famosos colores verde y amarillo  por su gente, que ansiosamente esperaba atestiguar el partido de inauguración en el Fan Fest de la Fifa. 

 

 

Colores, nacionalidades y emoción:

La apertura de la Copa Mundial

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